Se trata de la obra de mayor renombre, aquella por la cual se acu aron el sustantivo maquiavelismo y el adjetivo maquiav lico y cuya influencia sigue vigente hasta la poca actual. Se supone un ejercicio de iron a que sencillamente desnudaba a la luz p blica lo que eran las verdaderas pr cticas del poder. Su objetivo es mostrar c mo los pr ncipes deben gobernar sus Estados, seg n las distintas circunstancias, para poder conservarlos exitosamente en su poder, lo cual es constantemente demostrado mediante m ltiples referencias a gobernantes hist ricos y a sus acciones. Presenta como caracter stica sobresaliente el m todo de dejar de lado sistem ticamente, con respecto a las estrategias pol ticas, las cuestiones relativas a la moral y a la religi n. S lo interesa conservar el poder. (De hecho, para l as obran incluso papas como Alejandro VI, lo que constituye la clave de su xito.) La conservaci n del Estado obliga a obrar cuando es necesario contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad y contra la religi n. Y ello requiere a nivel te rico -en oposici n a toda la tradici n de la filosof a pol tica desde Plat n en adelante- dejar de idealizar gobiernos y ciudades ut picas e inexistentes para inclinarse en cambio por los hombres reales y los pueblos reales, examinar sus comportamientos efectivos y aceptar que el ejercicio real de la pol tica contradice con frecuencia la moral y no puede guiarse por ella.